Apocalipsis 3: 20.
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
Este pasaje de las Sagradas Escrituras lo encontramos dentro de la llamada de atención que el Señor Jesucristo le hace a la iglesia Laodicea. Esta iglesia estaba ubicada en una ciudad muy prospera en la intersección de dos importantes rutas y en aquellos días era uno de los centros comerciales más ricos de Asia Menor.
Las Sagradas Escrituras no registra que esta iglesia sufriese algún tipo de persecución. El problema de esta iglesia era el orgullo y la ignorancia, provocados por su autosuficiencia y complacencia. Por esta razón recibió la condenación más severa de todas las iglesias de Asia menor.
Esta iglesia Laodicea HABIA EXCLUIDO AL SEÑOR JESUCRISTO DE SUS VIDAS, su comodidad y la abundancia de bienes materiales les había hecho sentir que eran autosuficientes por lo tanto ya NO dependían mas del Señor, por eso ya no le tomaban en cuenta y de esa manera le habían sacado de sus vidas.
La pregunta para nosotros es:¿Cómo esta nuestra relación con el Señor Jesucristo? ¿Le hemos excluido de nuestras vidas?. A veces la comodidad y la abundancia económica nos hace YA NO DEPENDER DEL SEÑOR. Por otro lado suele suceder que cuando tenemos problemas o grandes necesidades buscamos al Señor en oración y con mucha insistencia. Pero cuando se terminan los problemas también se termina el deseo de buscar al Señor…
Cuando Jesus quedo excluido de la vida espiritual de los miembros de la iglesia de Laodicea, LES ENVIA UN MENSAJE diciéndoles “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”. Jesús está metafóricamente en la puerta de su corazón y toca para poder entrar. Toca en forma insistente para llamar su atención, de modo que nadie pueda decir que el Señor no los llamó.
El llamado es individual y es al corazón, es como si estuviéramos durmiendo y ese toque nos despierta. Debemos escuchar su voz y permitirle entrar en nuestro Corazon.
En el libros de los hechos encontramos que el apóstol Pablo predicaba y El Señor abrió el corazón de una mujer llamada Lidia ( Hechos 16: 13 - 15 ). “Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. 14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”.
Lidia NO HABIA RECIBIDO A JESUS como su Señor y Salvador por eso “El Señor abrió el corazón de ella”. Los de la iglesia la Laodicea YA HABIAN RECIBIDO A JESUS como su Señor y Salvador Y LE HABIAN SACADO DE SUS VIDAS, cantaban, oraban, ofrendaban y manifestaban ser bendecidos pero Jesus ya NO estaba en ellos, por eso la llamada de atención. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”.
El Señor está a la puerta de su corazón, toca con insistencia y espera una respuesta de parte suya. «Si alguien oye mi voz y abra la puerta, vendré a él y cenaré con él y él conmigo». El término alguien indica que el llamamiento a arrepentirse es amplio e inclusivo. Jesús no sólo está a la puerta del corazón del pecador y toca con insistencia, sino que también le habla e invita a que se arrepienta.
El llamado tiene un propósito, el llamado es tener comunión con Jesus. En cuanto una persona responda a la voz del Señor, Jesús entra en su corazón. Es evidente que la responsabilidad de escuchar y responder a la voz de Jesús radica en el oyente. Porque es el oyente quien se aleja de Dios.
¿Cómo esta su relación con Jesus? ¿Su relación se ha vuelto monótona? ¿Siente que la presencia del Espíritu Santo es real en su vida? ¿Lee la Biblia? ¿Usted ora y experimenta ese fuego en su corazón?.
Jesus esta a la puerta y quiere tener comunión con usted, Jesus desea llenarle de su presencia y ser su compañero fiel. En la mentalidad oriental, la hospitalidad a la hora de comer demuestra la confianza del anfitrión en el invitado y su respeto por él. Porque el anfitrión ha abierto su casa al invitado y parte el pan con él. Pero aquí es Jesús quien asume el papel de anfitrión, porque dice que entrará y compartirá con el invitado la comida principal del día.
La comida principal del día se hacía al final del día, después de haber concluido el trabajo cotidiano, en un ambiente de ocio y estrecha comunión. Era el tiempo para conversar, durante el cual se hablaba de temas buenos, se oían risas, y se daban consejos para resolver problemas. Este pasaje habla de unión con Cristo en un caminar cotidiano con él.
NO pierda esta oportunidad escuche «Si alguien oye mi voz y abra la puerta, vendré a él y cenaré con él y él conmigo». Hoy es el día en que usted puede arreglar su relación con Jesus, SOLO DEJELE ENTRAR EN SU VIDA. Arrepiéntase y vuelva al punto donde se alejo de Dios….. Que Dios les bendiga.